2.03.2005

Holanda está en todas partes



Parece que en Holanda asistimos a una representación de lo que Huntington llamó el clash of civilizations. Todo se inició con el asesinato del cineasta Theo van Gogh, una especie de Michel Moore holandés, no sólo por su parecido físico, sino además, por la forma en que atacaba los temas conflictivos. Sin duda, un provocador cuya última película documental Submission había llegado muy lejos, adentrándose en el mundo musulmán y denunciando la sumisión femenina. Pero esto no era todo, en una escena, se mostraba una mujer desnuda, en cuya piel estaban escritos textos del Corán.

El asesino -un joven musulmán que habría llevado una vida normal (¡incluso terminó el colegio!) hasta su radicalización en una mezquita de Amsterdam- dejó clavado en su cuerpo un largo manifiesto, amenazando a la diputada liberal-conservadora de origen somalí Ayaan Hirsi Ali, una de las mayores defensoras de los derechos de la mujer entre los musulmanes holandeses y quien codirigió el documental.

A ello, sucedieron incendios de escuelas y mezquitas. En el único muro que quedó en pie luego de una de esas noches de desórdenes, se leía Descansa en paz, Theo. Los musulmanes respondieron de inmediato quemando una iglesia. Entre tanto, en Amsterdam Oeste, las cámaras de vigilancia instaladas en plazas públicas no son suficientes para impedir que los marroquíes apedreen a todo no-musulmán que se aventure por su barrio.

Todo este ambiente de guerra civil ha sido observado angustiosamente por el resto de Europa. Pese a los llamados para que la violencia no se expanda a otros países, existe un temor justificado, pues parece que Holanda está en todas partes. Y que la soñada sociedad multicultural europea puede pasar a la categoría de sueño irrealizado...

La prensa lo llama el drama multicultural y se ha iniciado una discusión en torno a la tolerancia frente a los intolerantes. Se busca una política eficiente de integración de los extranjeros como un escudo del sistema democrático, pues la existencia de estos problemas provoca el avance de la extrema derecha xenófoba, como está ocurriendo en Francia y en, en menor medida, en Alemania.

La sociología habla de sociedades paralelas, constituidas por grupos cerrados de extranjeros, que surgen en las grandes ciudades, dentro de las cuales se convive y comercia. En los negocios, las letras latinas son reemplazadas por caracteres árabes, egipcios o turcos. Holanda ha sido un país tradicionalmente abierto a todo tipo de experimentos, desde la legalización de las drogas, hasta la aceptación de la eutanasia, pasando por el aborto y las uniones homosexuales, por ello mismo, el eventual fracaso de su modelo de sociedad puede traer consecuencias para todo el primer mundo.

Son muchas y muy variadas las medidas propuestas para contrarrestar el avance del extremismo islámico, desde cursos de idioma, hasta decretar feriados musulmanes, fundar partidos -políticos que canalicen dentro del sistema las aspiraciones de sus votantes-, pasando por el intento de tomar la educación religiosa en manos estatales y obligar a los imanes a predicar en el idioma del país, en un desesperado intento por fomentar tendencias moderadas y no aquellas que conducen al fundamentalismo. La sociedad europea está cambiando vertiginosamente y su modelo -despreciado por los musulmanes como decadente- se encuentra en profunda crisis. En los próximos años, asistiremos al éxito o fracaso de la política europea de integración.

Holanda está en todas partes