11.28.2006

Lo que le espera a Benedicto 16 en Turquía


La visita del Papa a Turquía tiene una dimensión teológica y otra política. Dentro de la primera, distinguimos claramente dos planos: el del movimiento ecuménico católico-ortodoxo (objetivo principal del viaje) y el del diálogo cristiano-musulmán.

El Papa será huésped del Presidente de Turquía Ahmet Necdet Sezer. El jefe del gobierno, RecepTayyip Erdoğan se encuentra, esta semana, en la cumbre de la OTAN en Riga, de gran importancia, debido a la difícil situación de seguridad en Eurasia y a la función clave que corresponde al país del Bósporo, como puente entre Europa y Asia. Recordemos que Turquía es miembro de la OTAN (creada en 1949) desde 1952.

Turquía limita -entre otros- con Irán, Irak, Siria y Georgia, en otras palabras, está ubicada en una zona conflictiva. En una de sus fronteras, enfrenta el difícil tema de la minoría kurda, problema en cuyo origen el estado laicista y hegemónico de Mustafa Kemal Atatürk no está libre de culpa.

A propósito, Benedicto visitará el mausoleo de Atatürk -llamado el padre de los turcos- apenas llegar a Ankara, lo que no deja de ser significativo.

No se puede sostener sin más que Erdoğan viaja a Riga sólo para no ver al Papa, como señalan algunos medios occidentales. No obstante, una dosis no pequeña de cálculo político puede haberlo llevado a no cancelar su viaje. Aunque hoy lunes, se anució que el premier turco sí tendrá tiempo para saludar al Santo Padre, el martes, en el aeropuerto.

En lo tocante a la relación con los ortodoxos (el Papa se entrevistará con el patriarca ecuménico de Constantinopla), en 1976, el cardenal Ratzinger, en una ya célebre conferencia en la ciudad de Graz, propuso:

“Volver la mirada hacia el primer milenio, cuando los cuatro grandes patriarcados de Oriente (Jerusalén, Antioquía, Alejandría y Constantinopla) vivían unidos a la Sede romana, sin negar sus propios ritos, tradiciones y costumbres: ‘Lo que fue posible en la Iglesia durante mil años, no puede ser imposible hoy. Roma no puede demandar a Oriente más reconocimiento de la doctrina del primado que el conocido y practicado en el primer milenio’.” Se le llamó la proposición Ratzinger y fue muy bien acogida en el ambiente ecuménico. “El primer milenio, los cristianos estaban unidos –afirma el teólogo ortodoxo Dionysios Mantalos-. El segundo, divididos. El tercero no puede encontrarnos separados”. [1]

El diálogo con los musulmanes -que, en principio, no era el motivo principal del viaje- resulta algo más difícil, sobre todo después del episodio de Regensburg.

Muchos pensaron que, luego de lo ocurrido, el mismo Benedicto suspendería su viaje. Afortunadamente, no fue así. Incluso el domingo en la tarde se anunció que el Papa visitará la mezquita azul, uno de los edificios más hermosos de Constantinopla y un símbolo para los musulmanes.

En lo referente a la dimensión política, es de público conocimiento que el cardenal Ratzinger no era partidario del ingreso de Turquía a la Unión Europea. Hace algunos días, el Vaticano emitió un comunicado: en que explicaba que Joseph Ratzinger, como ciudadano de un país miembro de la UE, era contrario al ingreso de Turquía. Sin embargo, como cabeza de un estado que no forma parte de la UE, se abstiene de opinar al respecto. Asimismo, el texto dejó en claro que todos los cristianos tenemos libertad para estar o no de acuerdo con la entrada de Turquía a la Unión.

Durante esta semana, en que toda Europa y gran parte del mundo dirige su mirada al Bósporo, si ocurriera algún hecho lamentable (disturbios, suspensión de una etapa del viaje), la imagen que Turquía quiere proyectar como una nación moderna, pluralista y democrática, se vería deteriorada de tal forma que ello sería un obstáculo insuperable para el eventual ingreso al club europeo. Por consiguente, los mismos turcos tienen gran interés en que todo salga bien.

Las manifestaciones en contra del Santo Padre -convocadas por grupos extremos- no han sido numerosas. Son una especie de válvula de escape que el gobierno permite previamente a la visita, para extremar la seguridad durante la misma.

Durante su visita a Turquía, la canciller Merkel habló de la necesidad de un diálogo constructivo entre las culturas y entre las religiones. Es más importante conversar con los otros que sobre los otros. Tenemos que tomarnos el tiempo para escucharnos y conocernos.

Su cuarto viaje internacional, conduce a Benedicto a Ankara, Izmir (Éfesos) e Istanbul (Constantinopla), esta última, en palabras de la canciller, una ciudad entre Europa y Asia. Tanto a la Sra. Merkel, como a Benedicto, les gusta tender puentes. Y saben hacerlo.

[1] Jutta Burggraf, Conocerse y comprenderse. Una introducción al ecumenismo.